Emotivo adiós a Eva Galvache: “Buen viaje, querida, valiente, ejemplar Eva”

La periodista Ana Luisa Pombo escribe una carta a quien fuera la sonrisa eterna de 'Religión COPE', que este sábado ha fallecido tras una larga enfermedad

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Hoy, el cáncer, el maldito cáncer, ha lanzado un nuevo zarpazo asesino contra la familia COPE. Hoy, el bicho cruel le ha robado la sonrisa, el aliento y la vida a Eva Galvache, una luchadora, una valiente que no perdió la esperanza de ganar su batalla contra el bicho, su batalla más dura. Compañera de fatigas profesionales, periodista seria, callada, eficiente y eficaz, tuvo la oportunidad de subirse al tren en el que circulan las estrellas de las ondas, pero decidió seguir en su propia vía, haciendo información religiosa.

Su fortaleza personal quedó demostrada años atrás cuando consiguió vencer un cáncer de mama, pero el cáncer y el destino, caprichosos e inmisericordes, decidieron hacer frente común obligándola a desplegar, de nuevo, todas sus armas. Esta vez, esos malditos, lo consiguieron, consiguieron arrebatarle una vida llena de energía, de proyectos, de sueños e ilusiones de los que tanto hemos hablado las dos en los últimos años, unidas en la complicidad que da el compartir enfermedad.

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Eva, soportó con estoicidad ejemplar todas las secuelas de unos tratamientos durísimos. Pensando siempre en su marido y sus niños, se mantuvo firme y luchadora ante cada nuevo embate del cáncer asesino. Con frecuencia, nos dábamos ánimos mutuamente, para transitar esa procelosa senda de la oncología. “Nosotras podemos con esto. Somos fuertes y nos quedan muchas cosas por hacer. El bicho no sabe con quién se está jugando los cuartos”, nos decíamos entre risas y hacíamos planes para comernos el mundo.

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Hace pocos días, cuando la batalla estaba resultándole casi insoportable, me recordaba que, cuando se sumergió en el resquicio de la incierta esperanza de los tratamientos experimentales, sus médicos le habían prometido no dejarla morir y cumplieron su promesa. Lucharon con ella, a brazo partido para ayudarle a ganar esa guerra en la que el enemigo resulta, a veces, imbatible.

Lo que no sabía el cáncer maldito es que, robándole la vida a Eva, ponía al alcance de su mano el mayor hito profesional para cualquier periodista, pero de manera especial para alguien como ella, dedicada siempre a la información religiosa; robándole el aliento, el cáncer ha puesto a Eva ante su mayor reto, un reto con el sello de “EXCLUSIVA”: disfrutar en primera línea del fulgor de las estrellas y, lo más importante, ver de cerca la cara de Dios.

Buen viaje, Eva, querida, valiente, ejemplar, Eva.

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